El Lenguaje de la Piel

9 de septiembre de 2024 por
Sebastián Cervera Maltos

TATUAJES Y ESCARIFICACIONES ENTRE LOS POBLADORES DE LA ZONA MAYA

Escrito por: Mtro. Arq. José Manuel Mercado Márquez

Los tatuajes y las escarificaciones han sido prácticas significativas en diversas culturas alrededor del mundo, incluyendo la civilización maya. Estas modificaciones corporales no solo tenían propósitos estéticos, sino que también contenían un profundo simbolismo cultural y religioso, además del importantísimo sesgo de la integración y estratificación social. El presente trabajo, dentro del marco del hondo compromiso del Centro Universitario UNE por el estudio del comportamiento humano, explora el significado y la práctica de los tatuajes y las escarificaciones entre los mayas, basándose en los resultados de las investigaciones arqueológicas y antropológicas realizadas por los mejores expertos.

Las modificaciones corporales en la cultura maya tenían múltiples significados. Según Tiesler (2001), los tatuajes y las escarificaciones eran métodos para demostrar valentía y estatus dentro de la sociedad. Su aseveración es clara porque las escarificaciones emplean métodos más sencillos y breves que los tatuajes, pero, que, sin duda, son mucho más dolorosos. Además, estas prácticas eran frecuentemente asociadas con rituales religiosos y de iniciación. La piel se convierte en un lienzo en donde se reúne lo social, lo cultural y lo religioso.

Figura 1. HOMBRE CON APLICACIONES Y ESCARIFICACIONES.INAH, 

Museo de arqueología maya. Fuerte de San Miguel.

Tomada de: https://lugares.inah.gob.mx/images/piezas/_thumb1/IMG_3524.jpg (02 de agosto 2024)


Los métodos para realizar tatuajes y escarificaciones en la zona maya eran variados y eficientes. De acuerdo con Robicsek y Hales (1981), los tatuajes se realizaban utilizando agujas de hueso o espinas, impregnadas con pigmentos naturales como el carbón o extractos vegetales. Las escarificaciones, por otro lado, (ver figura 1) se lograban a través de incisiones con herramientas de obsidiana o conchas, dejando cicatrices elevadas que formaban patrones específicos.

Estas prácticas, como mencionamos anteriormente, eran dolorosas y requerían de una gran resistencia física, lo cual elevaba aún más el estatus de aquellos que las llevaban. La habilidad y el conocimiento del artista que realizaba las modificaciones eran cruciales para asegurar tanto la calidad estética como la seguridad del procedimiento. Sobre el tatuaje en particular, un testigo presencial, Diego de Landa, en su Relación de las cosas de Yucatán, en el capítulo XXIII, comenta:

“Labránse (se tatuaban) los cuerpos y cuanto más (por) tanto más valientes y bravos se tenían, porque el labrarse (tatuarse) era gran tormento. Y era de esta manera: los oficiales (tatuadores) de ello labran la parte (del cuerpo) que querían con tinta y después sajábanle (cortándole) delicadamente (en) las pinturas y así, con la sangre y la tinta, quedaban en el cuerpo las señales; y que se labraban poco a poco (las partes del cuerpo) por el gran tormento que era, y también se (ponían) malos porque se les enconaban (infectaban) las labores (tatuajes) y supurábanse (brotaba pus) y que con todo esto (los indígenas tatuados) se mofaban de los que no se labraban (tatuaban)…”