La Deformación Craneal en la Zona Maya: ¿Símbolo de Estatus Social o Norma de Percepción Estética

Por: José Manuel Mercado Márquez
30 de octubre de 2024 por
Sebastián Cervera Maltos

En lo que genéricamente se ha denominado Zona maya, dentro del vasto territorio comprendido desde el estado de Chiapas y la península de Yucatán en México, hasta la ciudad de Copán en Honduras, se desarrollaron una gran cantidad de grupos etnolingüísticos -tzeltales, tojolabales, lacandones, tzotziles, quichés, entre otros- que, a pesar de estar separados geográfica y políticamente en ciudades-estado con gobiernos independientes, conservaron importantes rasgos culturales afines. Esta particularidad desencadenó, que desde tiempos de la Colonia se les conoce como Cultura Maya, y se les designó, sin atender a su diversidad cultural, como Los Mayas.

Entre los rasgos culturales comunes a estos pueblos, a los que por comodidad nos referiremos en este documento como mayas, se encontraban: la gastronomía, fuertemente dependiente del consumo del maíz, grano tan relevante que incluso fue divinizado; los sistemas de siembra de roza, que terminaron agotando sus suelos; una multiplicidad de regionalismos en Arquitectura, que responden tanto a las necesidades del contexto natural como de la idea cosmogónica, la ornamentación dentaria con fines estéticos, mediante el proceso de limado o de la incrustación y finalmente, la Deformación Craneal, motivo de nuestro análisis.

En efecto, en Mesoamérica, el modelado del cráneo fue una costumbre común y de bastante arraigo, principalmente en la zona maya (Yon, 2017). No se sabe con certeza si se trató de un procedimiento estético o de una práctica para establecer relaciones de grupo o de estatus social. Lo que resulta evidente, es la importancia social que cobró en el imaginario del pueblo maya. En efecto, las representaciones humanas en cerámica y pintura, indefectiblemente, ostentan deformación craneal, indistintamente del hecho de que ésta no fue masiva y muchos individuos no poseían cráneos deformados. (Tiesler, 2009)

Fue la flexibilidad del cráneo de los neonatos lo que posibilitó esta práctica cultural: en efecto, al niño se le colocaban tablillas rígidas en puntos específicos de la cabeza, para generar compresión sobre el cráneo. Las tablillas se sostenían con vendajes el tiempo necesario para provocar la modificación deseada en el individuo. Cabe mencionar que las escarificaciones, la decoración dentaria y la deformación craneal, poseían carácter irreversible.

Las primeras evidencias de deformación craneal en la zona maya, datan del Horizonte Preclásico (ca.500 a.C-100 d.C.) en el que, según las evidencias observadas en los cráneos analizados de la época, la tipología más común en esta práctica fue la “tabular erecto pseudo-circular” (imagen 1), que, según Vera Tiesler (2012: 113) tendría analogías con la morfología de las cabezas colosales olmecas, detonantes de un fuerte impacto en la cultura maya. Durante el Horizonte Clásico (ca.100-900 d.C.) se habrían extendido tipologías como la “tabular oblicuo” (imagen 2) y la “tabular erecta” que, paulatinamente, fueron sustituyendo a la pseudo circular. La importancia de estas tipologías y el desarrollo de las habilidades de los encargados de realizarlas fue tal, que en las reproducciones de cerámica y en las obras pictóricas del periodo se aprecian individuos con este tipo de modelado craneal y son las predominantes entre los cráneos modificados analizados por los arqueólogos (Yon, 2017)

Esta práctica pudo deberse a patrones estético-conceptuales, en donde la cabeza, lugar donde reside el intelecto y que muestra la cara, nuestra imagen ante el mundo, debía asemejarse al perfil del Jaguar, ser mítico, enlace entre lo divino y el hombre. Por otra parte, esta inquietud por modificar el cráneo de los niños pudo deberse, de igual forma, a motivaciones de tipo social, al servir como elemento de identidad grupal de los diferentes clanes. De hecho, la obsesiva reproducción de la deformación craneal en la representación plástica maya, es indicativa de su importancia como parte de la imagen que ante los gobernados debían poseer los gobernantes. Como establece Vera Tiesler: “Pensamos que los modelados, aunque hayan perseguido fines particulares de acuerdo con las circunstancias, la localidad, la región o la época, deben haber respondido –como toda tradición arraigada en Mesoamérica– a ideas genéricas, impregnadas de un pensamiento religioso unificado y continuo. El procedimiento, en su calidad multifacética y unificada a la vez –característica que comparte con todo ritual–, demanda una mirada que sea capaz de comprender la práctica cefálica holísticamente como parte indisoluble del sistema ideológico, coherente con otras expresiones del pensamiento mesoamericano” (2012: 41)
Ante esto, podemos concluir que la práctica de la deformación craneal entre los habitantes de la zona maya, tuvo como punto de partida superestructural, el arraigo de sus ideas religiosas, la concepción de su cosmología, el sentido de identidad, la necesidad de la clase gobernante de validar su derecho divino al poder, en una estructura sociocultural en la cual el sistema ideológico fue la parte determinante en la religión del poder.


Bibliografía
1. Tiesler, V. (2009). "Beatiful Skulls" apartado del artículo: “Extreme Makeover. How painted bodies, flattenedforeheads, and filed teeth made the Maya beautiful”, de Mary Ellen Miller. . Archaelogy, Vol 2, No. 1, 36-46.
2. (Tiesler, Transformarse en maya. El modelado cefálico entre los mayas prehispánicos y coloniales. , 2012)
3. Yon, R., Gómez, A., Argueta, A., Morales, A. L., Quiñónez, S., Secaira, C., Garzaro, P., & Suzuki, S. (2017). Modelar la cabeza: una tradición mesoamericana milenaria desde el Preclásico hasta la actualidad. Estudios De Cultura Maya, 50, 157-181. https://doi.org/10.19130/iifl.ecm.2017.50.794

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